La primera villa de Buenos Aires

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Suele creerse, decirse y escribirse que las villas aparecieron en Buenos Aires durante el peronismo, con la llegada masiva de migrantes internos. Sin embargo, la primera vez que se usó la palabra villa para nombrar a un barrio precario en esta ciudad fue bajo la Gran Depresión y su población estuvo integrada, mayoritariamente, por inmigrantes de origen europeo. El barrio mencionado fue conocido como Villa Desocupación y se estableció a principios de 1932 sobre la rivera de Palermo, de donde fue desalojado en 1935. A pesar de su breve existencia, entre sus pasillos cruzados por mil dialectos caminaron personajes tan conocidos como Carlos Gardel, Roberto Arlt, Elías Castelnuovo, Enrique Amorim, Liborio Justo, Paul Zech y Raúl González Tuñón, quienes dejaron diversos registros sobre sus experiencias en la zona. De éstos y otros testimonios se tratan las siguientes notas sobre la primera villa de Buenos Aires.   

Paisajes olvidados de los trabajadores pobres

Durante la Gran Depresión, mientras el desempleo alcanzaba niveles inéditos, en las grandes ciudades del mundo capitalista se multiplicaban los barrios informales, que crecían rápidamente sobre espacios públicos, baldíos y tierras fiscales. En el caso de Estados Unidos, la historiadora Lisa Goff abordó los vecindarios conocidos popularmente como Hoovervilles, que se establecieron sobre ámbitos tan emblemáticos como el Central Park de Nueva York, dando lugar a lo que la autora denominó paisajes olvidados de los trabajadores pobres. Simultáneamente, el desempleo en Argentina se incrementó radicalmente y fue medido por primera vez en el Censo Nacional de 1932, que registró 87.223 desocupados en la ciudad de Buenos Aires sobre un total de 333.997 personas sin trabajo en todo el país. A principios de ese

mismo año se estableció en torno a la última dársena de Puerto Nuevo, el barrio que poco después sería conocido popularmente como Villa Desocupación.  

Cuando la formación de esta primera villa era todavía muy reciente, Raúl González Tuñón la visitó en calidad de periodista para el diario Crítica. Sobre el tema, Tuñón recordó décadas más tarde: “(…) me encargaron un amplio reportaje, aconsejándome que fuera allá en zapatillas, mal vestido, sin afeitar, como un desocupado más. Así pude transitar libremente por el vasto y tortuoso campamento de Puerto Nuevo, donde habitaban el hambre, la incertidumbre, la desesperación, no faltando a veces las pinceladas risueñas o nostálgicas, el rasgo de ingenio.” El 5 de marzo de 1932 se publicó un artículo en Crítica que, si bien no tiene la firma de Tuñón, es muy probable que sea de su autoría. La nota, titulada “En el puerto se ha formado la isla del hambre”, describió en estos términos la

novedad del asentamiento: “Entre las dársenas C y D están los hombres que se han pegado a la tierra. Desde cualquier lugar comprendido entre las dársenas C y D el plano brillante de la ciudad poderosa se percibe a lo lejos. Pero allí no hay luz. Desde allí sólo se ve la luz de los otros.” Entre marzo y abril de ese mismo año se publicó la serie “Vidas Truncas”, integrada por tres artículos firmados por González Tuñón: “El desocupado que enloqueció de hambre”; “El inmenso valor de 12 pesos. Historia de un adolescente perdido en la noche de la desocupación” y “Una medialuna para el yugoeslavo. Estas notas, pusieron en primer plano las voces e historias personales de quienes vivían en el asentamiento, poblado mayoritariamente por hombres solos, que en muchos casos eran inmigrantes provenientes de Europa del Este. 

La primera villa de Buenos Aires 1

Poco después que se publicaran las crónicas de Tuñón, la violencia policial desplegada sobre esta parte de la ciudad fue denunciada por el periódico anarquista La Protesta, en una extensa nota que describió un incendio intencional de las casillas precarias, desarrollado el 26 de abril de 1932. Ese día, según la crónica: “Llegó la policía e intimó el desalojo de los míseros refugios en el plazo de un cuarto de hora. No había transcurrido aun el plazo dado cuando empezó a incendiar uno a uno todos los albergues. Bien pronto las llamas se elevaron destruyendo completamente los pobres refugios.” De todas formas, inmediatamente después del incendio buena parte de los

desalojados se volvió a instalar en tierras cercanas: “Muchos de ellos han comenzado nuevamente la penosa reconstrucción de sus chozas. Pero lo hacen a diez o quince cuadras de distancia del lugar anterior. 

Tras el incendio intencional, el repoblamiento tuvo lugar de un modo tan abrupto que, en junio del mismo año, cuando Roberto Arlt publicó en la revista Actualidad un artículo titulado “Desocupados en Puerto Nuevo”, registró la presencia de unos 3.000 habitantes en la zona. En este caso, el incendio fue denunciado a partir el testimonio de un poblador del asentamiento: “(…) sabe, nos han quemado los ranchos. (…) La policía quiere echarnos. Han venido y le han prendido fuego.” De todas formas, Arlt describió también la solidaridad entre los habitantes de Puerto Nuevo y el desarrollo de tareas comunitarias: “Bajo el cielo azul de la mañana se levantan por todas partes columnas de humo. Son las fogatas de los desocupados que preparan su comida. Cada grupo tiene una hoguera común, se preparan allí colectivamente su comida, unos pelan papas, otros buscan madera o rompen huesos que les han regalado en las carnicerías”. 

 Éstas y otras formas de organización articuladas por los desocupados de Puerto Nuevo, fueron mencionadas en distintos artículos poco después que se publicara la nota de Arlt. Por ejemplo, la revista anarquista Nervio-Crítica-arte-letras, describió una reu-nión del “Comité de Desocupados de Puerto Nuevo y Palermo”. El cronista que narró lo sucedido en estas circunstancias, planteó: “Me explican su sistema de organización; mi asombro ante su extraordinaria inteligencia desaparece cuando me entero que varios ya han intervenido en organizaciones de desocupados, en Europa.” A continuación, la nota transcribe parte de un manifiesto del Comité, donde se explicita el vínculo de los desempleados con los trabajadores de la Federación Obrera Regional Argentina: “(…) hemos resuelto organizar nuestras fuerzas con el proletariado y el pueblo de la ciudad, con los obreros revolucionarios, ocupados y desocupados, de la F.O.R.A.” de todas las desesperanzas, al doblar la esquina de la miseria. Elías Castelnuovo. En la obra, una manifestación integrada por habitantes de la villa sostenía.

Un nombre propio

Hasta principios de 1933, las fuentes hacían referencia a los campamentos de la zona portuaria sin usar un nombre propio para designarlos. En cambio, desde mediados de ese año se empezó a emplear el término “Villa Desocupación” para mencionar el espacio ocupado informalmente por los desempleados. Poco después, se publicó en el suplemento literario de Crítica el cuento de Enrique Amorim, “$1 en Villa Desocupación”. Como lo habían hecho antes Arlt y Tuñón, el autor destacó las trayectorias de los inmigrantes europeos que habitaban la zona, haciendo hincapié en sus expectativas frustradas y en el desamparo que padecían en Buenos Aires: “Villa Desocupación, ciudad de los sueños rotos, colocada a la vuelta

cuento de Amorim, un artículo en Noticias Gráficas mostró a Carlos Gardel durante sus paseos por la costanera. En la nota, Gardel apareció retratado escuchando a un desocupado tocar el tango Silencio en violín y conversando con los pobladores de Villa Desocupación. En octubre de 1933 este barrio fue designado también como Villa de la Miseria, mote del que posiblemente haya derivado el término villa miseria, popularizado en la década de 1950 por Bernardo Verbitsky, en sus columnas publicadas en Noticias Gráficas y en su novela Villa Miseria también es América

Mientras tanto, la literatura volvía a recrear escenas cotidianas en Villa Desocupación, esta vez bajo la forma de una obra teatral, titulada La Marcha del Hambre y publicada en 1934 por Elías Castelnuovo. En la obra, una manifestación integrada por habitantes de la villa sostenía, junto con miembros del Partido Comunista, demandas tales como un subsidio para los desocupados; la integración de los trabajadores sin empleo con el conjunto del movimiento obrero y, en términos más generales, el reclamo por pan y trabajo. Si bien la obra fue una ficción, las demandas mencionadas coinciden con la agenda propuesta por el Partido Comunista bajo la Gran Depresión. Además, el acercamiento de sus integrantes a la villa para impulsar movilizaciones conjuntas, se vincula con el posicionamiento del partido ante el problema de la desocupación en la primera mitad de la década de 1930. Más allá de estas cuestiones, según Tuñón había existido efectivamente una marcha del hambre, encabezada por los pobladores de Villa Desocupación y recordada por el autor en estos términos: “Fue una jornada ejemplar, de unidad y de lucha, un hecho patético, grandioso, precursor. Un gran aldabonazo dado a las puertas de la Casa Rosada, que los militares habían copado ya en 1930. Provocó una extraordinaria corriente popular de solidaridad con esos ofendidos y humillados (…). Sabían, sí, que muchos iban a caer bajo los cascos de los caballos y los sablazos; que iban hacia la cárcel, hacia la tortura, y quizá hacia la muerte. Pero sabían que marchaban también hacia el futuro. Allá lejos  

Imágenes persistentes

A pesar de la brevedad de su existencia, Villa Desocupación dejó una marca tan arraigada en los imaginarios sobre la zona portuaria de Buenos Aires, que incluso después de su desalojo definitivo siguieron apareciendo registros sobre el tema. Entre estos registros, se destacan las memorias de la Junta Nacional de Lucha contra la Desocupación (JUNALD). De acuerdo a lo consignado en este documento, una de las primeras disposiciones de la JUNALD consistió en el desalojo compulsivo de Villa Desocupación, implementado por la policía a partir de una orden judicial, y seguido por el realojamiento de parte de su población en un Albergue Oficial establecido también en la zona portuaria.

En abril de 1935, durante los días previos al desalojo, se publicaron en distintos medios de prensa artículos con una fuerte carga negativa sobre la población de la villa. En este marco, el periódico Libertad tituló: “¿Desocupados o criminales?” e inmediatamente hizo referencia a la villa como un “foco de corrupción y de peligro antihigiénico y social”. Una descripción similar fue empleada en 1937 por el Subcomisario Juan Alejandro Ré, de la Seccional N° 23, a cargo de custodiar los operativos de desalojo implementados por la JUNALD. Según , Villa Desocupación era: “(…) un foco de infección material y moral, donde en escala ascendente y peligrosa, se transformaba sucesivamente el desocupado en mendigo; éste en vago y el vago en delincuente”.

Más allá de estos registros signados por un sesgo claramente negativo, después del desalojo la villa también siguió vigente en nuevas representaciones vinculadas con el cine y la literatura. Por ejemplo, en 1936 se estrenó la película Puerto Nuevo, que recreó la vida en Villa Desocupación cuando ésta ya no existía. A su vez, volvieron a abordar el tema dos escritores que también habían visitado la zona: Liborio Justo, hijo del entonces presidente, y el escritor antifascista alemán Paul Zech. En el caso de Justo, su libro Masas y Balas presentó una caracterización general de la villa, destacando las cinco secciones que la habían integrado, divididas por nacionalidad. El mismo autor hizo referencia también a las condiciones en que eran elegidos los referentes de la villa: “Ellos mismos designaban a sus autoridades, bajo la supervigilancia de la policía que expulsaba de allí, inexorablemente, a quienes sindicaba de elementos subversivos”. A su vez Paul Zech, exiliado en Buenos Aires desde 1933, en su ensayo titulado Villa de los Desocupados analizó de manera conjunta el déficit habitacional, la institución policial y los problemas derivados de la falta de empleo.  En este marco, el autor planteó de manera explícita sus críticas ante el primer desalojo compulsivo de una villa en la ciudad de Buenos Aires y dotó de un sentido político a la ocupación ilegal del espacio urbano: “(…) estos desposeídos concluyeron: nosotros estamos en nuestra propia tierra. Hemos resuelto de manera práctica la reforma agraria”.  Valeria Snitcofsky

1 – Goff, Liza (2016). Shantytown, USA: Forgotten Landscapes of the Working Poor, Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press.
2 –  Panettieri, José (1996). “Paro forzoso y colocación obrera en Argentina en el marco de la crisis mundial (1929-1934)”. En Cuadernos del CISH, Año I, N° 1, p. 20.
3 – Salas, Horacio (1975). Conversaciones con Raúl González Tuñón, Buenos Aires: Ediciones La Bastilla. Pág. 72
4 – Crítica, 5 de marzo de 1932.
5 – Crítica, 25 de marzo de 1932
6 – Crítica, 28 de marzo de 1932
7 – Crítica, 3 de abril de 1932
8 – Un análisis sobre la serie Vidas Truncas y la transcripción de las notas completas se puede ver en Rogers, Geraldine (2020).  Raúl G. Tuñón, poesía y reportaje: incluye crónicas viajeras del 
scritor 1932-1936, Mérida : Universidad Nacional Autónoma de México, Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales.
9 – La Protesta, 29 de abril de 1932.
10 – La Protesta, 29 de abril de 1932.
11 – Revista Actualidad, Nº 3, Buenos Aires, junio de 1932.
12 – Revista Actualidad, Nº 3, Buenos Aires, junio de 1932.
13 – Nervio, crítica-arte-letras, N° 21, enero de 1933. Pág. 28
14 – Nervio, crítica-arte-letras, N° 21, enero de 1933. Pág. 28
15 – Las primeras apariciones del término se pueden ver por ejemplo en Noticias Gráficas, 20 de junio y 9 de julio de 1933.
16 – Crítica, “Revista Multicolor de los sábados”, 16 de septiembre de 1933.
17 – Crítica, “Revista Multicolor de los sábados”, 16 de septiembre de 1933.
18 – Noticias Gráficas, 21 de septiembre de 1933.
19 – Sintonía, Año I, 28 de octubre de 1933.
20 – Castelnuovo, Elías (1934). “La Marcha del Hambre”, en Vidas Proletarias (escenas de la lucha obrera). Buenos Aires: Editorial Victoria.
21 – Benclowicz, José (2016). “Un movimiento de desocupados para la revolución. El Partido Comunista y la organización de los trabajadores desocupados hacia la década de 1930 en Argentina” en Revista de Historia Americana y Argentina, vol. 51, n° 2, Universidad Nacional de Cuyo.
22 – Gonzalez Tuñón, Raúl (1977). El banco en la plaza. Los melancólicos canales del tiempo, Buenos Aires: Lozada. Pág. 113
23 – Libertad, 23 de Abril de 1935.
24 – RÉ, Juan Alejandro (1937). El problema de la mendicidad en Buenos Aires, sus causas y sus remedios. Buenos Aires: Biblioteca Policial.
25 – Justo, Liborio (1997). Masas y Balas, Buenos Aires: Ediciones Biblioteca Nacional, p. 98.
26 – Justo, Liborio (1997). Masas y Balas, Buenos Aires: Ediciones Biblioteca Nacional, p. 98.
27 – Zech, Paul (1997). “Villa de los Desocupados”. En Rohland de Langbehn, Régula, La Argentina de un poeta alemán en el exilio 1933-1946. FFyL, UBA. Buenos Aires, p. 85-92.
28 –  Zech, Paul (1997). “Villa de los Desocupados”. En Rohland de Langbehn, Régula, La Argentina de un poeta alemán en el exilio 1933-1946. FFyL, UBA. Buenos Aires, p. 89.

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