No le creemos nada

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Uno puede caer fácilmente en la tentación de repetir el más brillante análisis realizado sobre los medios comerciales de comunicación (usted puede llamarlos hegemónicos). Aquellas brillantes palabras de 1950 dichas por el capitán de la selección uruguaya de la gesta llamada Maracanazo, dejaron su estela: “los diarios sólo contienen dos verdades, la fecha y el precio”.1

Los grandes medios siempre retorcieron los hechos por distintas conveniencias. Primero políticas, sin dudas. Luego económicas. Y así vendrán en la lista las razones financieras, sociales, de clase, y terminaremos en las culturales, deportivas y hasta personales. Si algún día sus dueños asumieran la responsabilidad de sus actos, sin buscar coartadas, tendríamos escrita la verdadera historia del periodismo.

Pero ello por ahora es ficción. Estos años han permitido a las y los argentinos poner fin a la santificación de los medios de comunicación y al mismo tiempo desenmascarar a un gran bloque de periodistas. Se desató así la posibilidad de la búsqueda de canales alternativos  de  información  que hoy  son  tan  necesarios  como  el agua.

(1 Obdulio Varela, capitán de la selección campeona del mundo de Uruguay)

Casi un siglo atrás, la imposibilidad de combatir la confusión informativa que se disparaba desde los grandes diarios (La Nación, Crítica, La Prensa) les permitía a las familias Mitre, Botana y Gainza Paz imponer noticias y análisis a la sociedad. En aquel momento los golpistas la llamaban “la prensa seria”.2

La resistencia cultural de entonces se daba gracias a la existencia de periódicos anarquistas o socialistas y al intenso trabajo de militancia de quienes, desde escenarios sociales o sindicales, denunciaban a los grupos y personajes dominantes.

El desarrollo de ciertos temas como cortinas de humo para que no se hablase de otros asuntos que dañaban al país (generalmente imposición de leyes anti obreras o acuerdos comerciales cuyo fin era favorecer los bolsillos de la oligarquía) se usó como estrategia comunicacional, al igual que   hoy   pretenden   “implantar agenda”. Para los tiempos de la muerte de Gardel (24 de junio de 1935 en Medellín, Colombia), el matutino Crítica dirigido por Natalio Botana había establecido una alianza política con el general retirado Agustín P. Justo3. Se trataba de un gobierno que protegía con fondos del estado a los grandes grupos económicos. Ninguna de sus políticas buscaba terminar con el hambre, la desocupación y la miseria de miles de familias.

(2…a la prensa seria del país el servicio que ha prestado… al mantener latente por una propaganda patriótica…el espíritu cívico y provocar la reacción popular contra los desmanes de sus gobernantes. (José Félix Uriburu en su proclama al apoderarse del gobierno en 1930))

Desde un año antes el senador Lisandro De la Torre había impulsado la creación de una comisión investigadora que diera cuenta de la verdad en el escándalo de los frigoríficos extranjeros que manipulaban las cuotas del comercio de carnes, para lograr descomunales ganancias. Era el indigno pacto Roca-Runciman. Para De la Torre los responsables del fraude tenían cargo, nombre y apellido: el ministro de Hacienda Federico Pinedo y el de Agricultura Luis Duhau. Ambos integrantes del corrupto gobierno del general Justo.

(3Vencedor en las elecciones de 1931 con la alianza conservadora Concordancia, llevando como vicepresidente a Julio Roca, hijo de Julio Argentino Roca.)

No le creemos nada

Crítica,  que  por  entonces llegaba a cifras  récord al  vender

600.000 ejemplares en un día, ideó una seguidilla de notas sensacionalistas sobre la vida y la obra de Gardel. La campaña incluía sostener el llamativo viaje del cadáver de Gardel hasta Buenos Aires (duró meses), alentar a las multitudes para concurrir al velorio y poner una línea telefónica para que se llamara a la madre de Gardel pidiéndole que los restos de su hijo fuesen velados en la Argentina y no en París o Uruguay.4

La operación de prensa fue admitida años después por Hel- vio Botana, hijo de Natalio.5

Esta convivencia entre los mercaderes de la comunicación y el poder político de la derecha (llámela usted como prefiera, e incluya la denominación neoliberalismo) se sostenía y sostiene con discursos y noticias fuertes, complejas de destruir, ya que poseen una alianza invisible. Se aferran a una orientación de las opciones económicas que dominan –por el momento- las relaciones en el mundo. Hay un programa político y una “utopía política” que une a estos convivientes, con lógica del mercado. Un mercado puro y perfecto donde logran que reinen la competencia individual, la atomi- zación de los/las trabajadores/as y donde sus márgenes de ganancias sean cada vez más amplios.

Para ello, el recurso de la publicidad engañosa se comporta como aliado. Logran ello en forma directa, por medio de las agencias de publicidad y las campañas que nos venden productos inservibles. O en forma indirecta, gracias a las notas y gestiones que una serie de periodistas lleva adelante en sus programas (antes conocidas como “chivos”). En este terreno es donde se multiplican de a millones las noticias falsas (contenidos tramposos dentro de un envase, elaboración con tóxicos jamás descritos en las etiquetas, propiedades inexistentes de los productos que consumimos o tasas de pago que sólo figuran en la letra chica de los contratos).

Fue en los tiempos de la última dictadura cívico–militar (1976 -1983) cuando abundaron ejemplos de este matrimonio político- económico-represivo entre medios dominantes y la elite uniformada, representante de los poderes económicos promercado. Y fue entonces que se gestaron bochornos periodísticos que nos avergonzarán por los siglos. Trabajaron en todas las áreas. Desde la elaboración de notas falsas en las que se mostraban supuestos “centros de rehabilitación” para personas detenidas (así se buscaba desmentir las miles de denuncias que desde el exterior hablaban de miles de desaparecidos) hasta campañas para mostrar una Argentina feliz y reluciente por medio de tarjetas que había que mandar a Europa previa compra de la revista PARA TÍ. Entre los principales fogoneros de las campañas de distracción sobresalían tres nombres, Joaquín Morales Solá, jefe de política de Clarín y amigo del general Viola, Samuel “Chiche” Gelblung  a cargo de la revista GENTE y Agustín Bot- tinelli, director de PARA TI.

Ni hablar del sobreactuado mensaje triunfalista que acompañó desde el 2 de abril de 1982 a la oficialidad del general genocida Galtieri en la aventura  asesina de las Malvinas. Durante los meses de la guerra, tanto periodistas como medios, hacían sonar sus máquinas de escribir cual tambores de banda militar, alentando la muerte y el desigual combate entre tropas argentinas e inglesas. “Estamos ganando”, el título de la revista GENTE de Editorial Atlántida permanece como ícono de esa barbarie.

Ya para este siglo y en las semanas recientes, inventan el supuesto éxodo masivo de empresas de la Argentina, noticia que debió ser desmentida por Coca Cola y Fernet Branca, cuando a la par, multinacionales anuncian inversiones en la Argentina que no se reflejan en estos medios. La técnica de las distorsiones informativas la ejecutan veteranos escribas que piensan aún que sus huellas digitales en la agitación  fraudulenta no serán descubiertas. Pablo Sirven, subió a su cuenta de Twitter una foto donde se ve a un grupo de mujeres saludando al presidente Alberto Fernández, sin barbijo, y en tiempos de aislamiento. Con esa imagen sembraba la desconfianza en el actual gobierno y sus medidas de cuidado a la población. Trampa: la foto era de 2019. Pero Sirven o La Nación, el diario donde sirve, jamás pidieron disculpas.

En estos tiempos el mecanismo perverso se ejemplifica con la persecución a Julian Assange y a su sitio Wikileaks; una fuente de periodismo de investigación, primicias, denuncias y documentos. Al periodista australiano se niegan a reconocerlo como periodista, y pasaron de elogiarlo y utilizar sus archivos obtenidos de filtraciones, a ningunearlo o condenarlo por aliarse con el gobierno progresista de Rafael Correa en Ecuador. Para los activistas de los grupos mediáticos, vale un buen elogio a la película estadounidense The Post (donde se destaca el valor de extraer datos del Pentágono y dárselos a la prensa) pero no vale la misma defensa al pobre de Assange, quien produjo los mismos  actos de revelación de documentación sensible de crímenes de oficiales estadounidenses en Irak 6.

El periodismo del futuro tiene sobrados desafíos. El primero de ellos es la compresión y defensa por los pueblos de nuestro Derecho a la Comunicación.  Al igual que se preguntó Pierre Bourdieu sobre los profesionales de la política,   podemos   preguntarnos

¿Por qué sólo los periodistas y los dueños de los medios tienen competencia  para  hacer  periodismo?

Recurso 1

¿Qué han hecho y que siguen haciendo para apropiarse del Derecho a la Comunicación? Si antes los pueblos eran los profanos del periodismo, hoy debemos tomar por asalto las redes sociales y el acceso a internet para crear, por todos los medios posibles, alternativas de comunicación popular para dar cuenta de aquello que verdaderamente ocurre por abajo. A cada campaña de ocultamiento o tergiversación se debe responder con intensa agitación de la verdad y la voz de los trabajadores y   trabajadores.   El   movimiento feminista ha dado la gran lección de este siglo.

Todo ello podríamos sintetizarlo en una frase que no nos cansaremos de repetir: “Todos somos periodistas”. Y ponermos a trabajar.

Si volvemos a los tiempos de Obdulio Varela, resta un último consejo del uruguayo, nada desechable para él mientras tanto: el día anterior a la final del 50, las tapas de los diarios brasileños derrochaban optimismo. O Mundo puso una foto del equipo con el epígrafe “Estos son los campeones del mundo”. El cónsul de Uruguay en Brasil compró veinte ejemplares y los llevó a la concentración de sus compatriotas. En el hotel, Varela tomó los diarios, los puso en el piso del baño que usaban los futbolistas, agarró una tiza y colocó esta leyenda en las paredes: “Pisen y  orinen estos periódicos”.

(4 El ataúd llegó a Buenos Aires el 5 de febrero de 1936.)

(5 Ver Memorias, tras los dientes del perro, Buenos Aires, Peña y Lillo, 1985)

(6 Assange aguarda en Londres la sentencia que resolverá si conceden su extradicción a los Estados Unidos donde el gobierno lo acusa de violación a la ley de espionaje. L a sentencia se dictará en enero de 2021.)

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